viernes, 15 de abril de 2022

 

Existen días que pasan sin darme cuenta, el trabajo o la rutina me absorben; hoy no fue uno de esos días... hoy fue distinto, triste, alegre, vacío y de reflexión. 

Hoy me desperté con ganas de hacer de todo, de ver a todos, querer a todos, hablar a todos pero no lo hice, dejé que la tristeza e incertidumbre me invadieran, muchas veces me levanto y lucho contra las voces que desde pequeño me dijeron que no sería nadie, que nunca lograría nada y nunca tendría a nadie, aún así me levanto y con esos ecos retumbando en la cabeza continuó mis actividades. Hoy esas voces me resonaron más fuerte que de costumbre y al mismo tiempo se escuchaba mi propia voz interior animándome a seguir, a continuar. 

Las pérdidas de familiares, amigos, vecinas, compañeras o conocidos siempre deja una espina que te mueve y te hace ver lo frágil y efímeros que somos; muchos amigos y familiares sean ido en tan poco tiempo, no terminas de superar una pérdida cuando llega otra... amanecí más frágil que de costumbre.

Las pérdidas de quienes nos rodean siempre duelen y nos marcan, se vuelven esas cicatrices que al mirarlas te llevan a revivir el momento, se vuelven marcas de tiempo que te hacen ver el pasado, tu presente y visualizar o imaginar tu futuro; desperté con las mejores ganas de vivir pero las voces de los recuerdos me orillan a no seguirlas.

Las pérdidas duelen no solo cuando fallece alguien, también duelen cuando las personas, la familia y amigos se ausentan; he perdido amigos, he perdido familia y también he perdido muchas amistades y son ausencias que han dejado una marca en mi, son esas voces que en su momento me ayudaron a callar las voces que me criticaron y me quisieron aplastar... el recuerdo de sus palabras me ha ayudado a escuchar mi propia voz interior.

Continué mi día y fue diferente, hoy yo soy diferente... hoy fue distinto.


A quienes ya no están pero hoy me acompañaron.


Juan Medina. 

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